Esto que escribo ahora es un algo en prosa, supongamos que carece de
género ¿Para qué enmarcar hoy las emociones?
Esto es solo como yo te siento:
Eres como mi otro YO, el antiguo ,sombrío y confuso que se permitía el
lujo de arder en el dolor por el mero hecho de que no tenía boca que alimentar,
ser humano alguno que dependiera de su precaria existencia.
Bien, pero ya yo soy otro YO, un algo renacido, reluciente emergido
desde la sustancia mugrienta del fracaso. Y tú mi casi otro Yo, mi Anam cara, te
has quedado pasado de moda.
Te gusta plasmas en papeles lo que se te pasa por la cabeza, tienes los
ojos y el cabello moreno, tus ávidas manos necesitan crear y tocar la carne
semejante, etcétera y muchos etcéteras más, esto no se asimila de un solo trago.
Me vengo preguntando hace unos días: ¿Cómo se puede entonces ansiar el sexo de
tu otro yo y querer lamerlo hasta la locura?...
No, tal vez eso sea competencia de mi otro YO que yace dormitando en
alguna parte de mi cuerpo y tú has venido para despertarlo para situarme
exactamente en la frontera entre equilibrio y desequilibrio, entre demencia y
cordura, entre ebriedad y sobriedad, entre deseo y apatía.
Pero nuevamente, cuando imagino mis manos acariciando las protuberancias carnosas de tu pecho, mi boca
junto al jadeo de tu boca, mi cuerpo serpenteante sobre el tuyo, entrepiernas
con entrepiernas enlazadas como una disparatada trenza, entonces siento la
firmeza de la tierra debajo de mis pies y una leve sonrisa cómplice se escapa
de mi único y compactado YO.
Gracias, me ha encantado.
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